Me comentaban unos compañeros esta mañana, en los juzgados de Capitán Haya, que los últimos días de julio son los peores del año para un abogado. Siempre guardando la excepción del día en el que han de quedar presentados 5 recursos. Es cierto. Las dos cosas. Primero, los últimos días de julio son una especie de locura colectiva. Todo lo que los respetados clientes han ido dejando para luego, tiene que sacarse antes de las vacaciones (las suyas se entiende). Sin embargo no se dan cuenta de que en muchas ocasiones, en el asesoramiento a empresas, se ha de iteractuar con una tercera persona, bien particular, bien empresa, que, por regla general, también estará hasta arriba, tratando de sacar sus cosas y muy poco dispuesta a sacar las de los demás. Por otro lado, al parecer, muchos abogados son igual, no se hacen las cosas hasta el día de su vencimiento, puesto que "es la única forma de tenerlo controlado". Hay más formas. Seguro. Se lo digo yo.
Sin embargo, los efectos de los primeros turnos de vacaciones se nota mucho en los juzgados, donde los oficiales, a parte de llevar su incontable número de legajos, tienen que hacerse cargo de los del compañero que comienza las vacaciones antes. Figúerese usted los problemas que puede ocasionar esto a las partes, los abogados y procuradores, cuando el funcionario, por desconocer el asunto, cita para hoy la deliberación y fallo de un juicio que está pendiente de celebrarse en octubre... ¡figúrese menudo susto!
Sin embargo, los efectos de los primeros turnos de vacaciones se nota mucho en los juzgados, donde los oficiales, a parte de llevar su incontable número de legajos, tienen que hacerse cargo de los del compañero que comienza las vacaciones antes. Figúerese usted los problemas que puede ocasionar esto a las partes, los abogados y procuradores, cuando el funcionario, por desconocer el asunto, cita para hoy la deliberación y fallo de un juicio que está pendiente de celebrarse en octubre... ¡figúrese menudo susto!
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